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MEE Ignacio Chávez Melgoza
DESDE MI ESPACIO:
NO HAY PEOR MISERIA QUE LA DE
NO ENCONTRAR NI RECONOCER LA
PROPIA RIQUEZA.
Desde mi espacio, he aprendido que no siempre la
miseria se ve como la imaginamos. No siempre
viene con hambre, con frío o con carencias
materiales evidentes. A veces, la miseria más
profunda se esconde en corazones que no logran
ver lo que valen. Y con el tiempo he llegado a
una conclusión: no hay peor miseria que la de no
encontrar ni reconocer la propia riqueza.
Me refiero a esa riqueza
que no se mide en monedas
ni en posesiones, sino en
la capacidad de sentir,
de pensar, de conectar,
de aprender y de
transformar la propia
vida. Cuando alguien no
se reconoce valioso, todo
a su alrededor pierde
brillo. Y esto no lo digo
solo desde mi experiencia, sino también con el eco
de voces que han dedicado su vida a entender al
ser humano.
Carl Jung, por ejemplo, hablaba del proceso de
individuación: conocerse, integrarse, abrazar la
luz y también la sombra. Decía que la visión se
vuelve clara cuando uno mira dentro de su corazón.
¿Cómo encontrar nuestra riqueza si no miramos
hacia dentro?
Brené Brown, con su investigación sobre la
vulnerabilidad, nos recuerda que muchas personas
viven atrapadas en el “no soy suficiente”. Y
mientras no cambiemos esa narrativa interna,