Page 18 - FGDP revista GoEL
P. 18
Le pedí un consejo a mi tío, y su respuesta fue tan sencilla como poderosa:
CONÓCETE MÁS.
“Escribe una lista de lo que te gusta y lo que no te gusta”, me dijo.
Al principio me pareció demasiado básico. ¿De verdad una lista podía ayudarme en
algo? Pero decidí hacerlo.
Nunca imaginé que esa lista sería el inicio de uno de los viajes más profundos hacia
mi interior.
Mientras escribía, no podía evitar cuestionarme más: ¿Por qué me gusta esto?
¿Qué siento cuando hago aquello? ¿Qué cosas realmente me apasionan?
Recordé una pregunta que me habían hecho muchos años antes, en primero de
secundaria, en una clase de música con el maestro Benjamín: ¿Quién eres?
En ese momento no supe qué responder.
Fue hasta años después, sentada frente a mi cuaderno, que empecé a construir mi
respuesta, no con teorías, sino desde el corazón.
Ahí entendí que, aunque al principio escribir era para descubrirme a mí misma,
con el tiempo esa claridad podía ayudar también a otros.
Porque cuando uno se conoce, puede tender puentes hacia el corazón de los demás.
¿Entonces por qué no escribimos más?
Si escribir tiene tanta magia, ¿por qué no es parte de nuestro día a día?
Desde mi experiencia, tenía la idea equivocada de que para escribir había que
hacerlo perfecto.
Pensaba que escribir era algo reservado para los grandes poetas, para los
novelistas de talento inalcanzable, para quienes sabían usar las palabras de
manera sublime.
Yo pensaba: “No sé escribir así. Entonces, ¿para qué escribir?”.
No sabía que la verdadera magia de escribir no está en la perfección, sino en la
honestidad.
Y tampoco sabía que no era cuestión de talento, sino de dedicación: de sentarte
aunque sea 15 minutos al día a ordenar tu mente, a vaciar el corazón, a escucharte.