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Si alguna vez has visto cómo el estrés o un mal liderazgo destruyen la moral de un
equipo, entonces ya conoces el poder que tienen las emociones en el entorno laboral.
Pero, ¿qué dice la neurociencia sobre esto? ¿Cómo pueden los líderes aplicar estos
conocimientos para potenciar a sus equipos?
Veamos tres aspectos clave que pueden marcar la diferencia.
1. La Amígdala y el Sistema Límbico: El Motor de la Gestión Emocional
La amígdala, una pequeña estructura en el sistema límbico, es el centro de
procesamiento emocional del cerebro. Su función es identificar amenazas, generar
respuestas emocionales y, en términos laborales, modular el comportamiento de las
personas en situaciones de presión o conflicto.
Cuando un colaborador percibe un ambiente tóxico o recibe críticas mal gestionadas,
la amígdala se activa y dispara el modo de lucha o huida, bloqueando el acceso a
funciones cognitivas superiores como la creatividad, la resolución de problemas o la
toma de decisiones racionales.
Un líder consciente de esto puede regular su comunicación para evitar activar
respuestas defensivas en su equipo. En lugar de órdenes directas o críticas duras,
puede optar por una retroalimentación constructiva y empática, asegurando que el
equipo se mantenga motivado y abierto a la mejora continua. Antes de dar feedback,
haz una pausa y analiza el impacto emocional que tendrán tus palabras. Pregunta en
lugar de imposición. En vez de “Esto está mal”, prueba con “¿Cómo crees que
podríamos mejorar esto juntos?”.
2. Conciencia Colectiva: La Base de un Entorno Laboral Empático y Colaborativo
El cerebro humano está programado para la conexión social. Las neuronas espejo, por
ejemplo, permiten que sintamos lo que otros experimentan, lo que significa que las
emociones en el entorno laboral son altamente contagiosas.
Un equipo donde predomina el miedo, el estrés o la desconfianza reflejará esos
mismos estados en su desempeño. Por el contrario, un equipo donde hay
reconocimiento, seguridad y motivación generará un ambiente más productivo y
resiliente.