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Durante el ensayo, que durará un año, Re-viste tiene previsto instalar decenas de contenedores en
iglesias, tiendas, centros comerciales y calles para recoger los residuos en bolsas y llevarlos a plantas
de clasificación. Una vez que la legislación entre en vigor, las empresas de moda estiman que España
necesitará un contenedor de residuos textiles por cada 1,200 habitantes.
Cada vez sobresalen más los temas concienciación sobre el consumo excesivo en el mercado y
cómo esto afecta al planeta. La industria de la moda siempre ha estado en lo más alto del
mercado, lo cierto es que no tiene por qué desaparecer para que deje de contaminar, pero sí debe
cambiar.
La moda rápida, o mejor conocida como Fast Fashion, es la moda producida en masa y de forma
acelerada, especialmente de aquellas compañías que venden ropa “bonita y barata”, lo que
convierte a la industria textil en uno de los mayores contaminantes del mundo.
Posiblemente nos hemos sentido atraídos por este tipo de moda más de alguna vez, las grandes
ofertas y tendencias hacen que queramos comprar siempre más y sin que afecte nuestra
billetera, además de compartir la emoción de conseguir “una buena compra”, pero pocas veces
nos ponemos a pensar qué tan buena es para nuestro entorno. Por ejemplo, compramos una
prenda a un buen precio, la usamos unas cuantas veces hasta que pierde su calidad o la
temporada ya ha pasado, así que es momento de desecharla y comprar una nueva, ¿cuál fue el
verdadero costo de esta prenda?
En promedio, la cultura del Fast Fashion nos ha hecho convertir la ropa en algo más desechable
que duradero, siendo el uso promedio de una prenda de siete veces antes de deshacernos de ella.
En los últimos 20 años el consumo de la ropa ha aumentado un 400% en todo el mundo, y sus
consecuencias se han vuelto cada vez más visibles en el ambiente, sin embargo, muchas veces
pasan desapercibidas.