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Siempre me había inspirado ver a personas en ese escenario,
compartiendo su esencia y dejando una marca en los demás.
Pegué esa imagen en mi tablero con mucha emoción, aunque
sin tener idea de cuándo o cómo sucedería. Solo sabía que ese
sueño debía estar ahí, visible y presente en mi vida.
Un par de meses después, en febrero de 2024, ocurrió algo
mágico. Una conversación casual se convirtió en el inicio de un
cambio profundo. Alguien me dijo:
“¿No te gustaría dar una charla TEDx?”
Mi respuesta fue inmediata:
“¿Qué? ¡Claro que sí! Está en mi vision board”.
Lo que siguió fue un viaje lleno de aprendizajes y emociones:
desde esperar la apertura de la convocatoria en mayo, hasta
sentarme a plasmar en palabras claras y concisas la idea que
había estado rondando mi mente durante años. Siempre supe
de qué quería hablar: sobre el poder de creer en uno mismo y
liberar nuestro potencial. Pero traducir esa idea a un formato
que fuera auténtico y, al mismo tiempo, encajara con el estilo
de las charlas TED fue un reto emocionante.
Desde el principio, tuve claridad sobre el tema que quería
compartir: el poder de creer en uno mismo y liberar nuestro
potencial. Es un mensaje que ha guiado mi vida y que deseaba
transmitir a otros. Sin embargo, plasmar esa idea en un
formato tan especial como una charla TEDx no fue sencillo. El
proceso fue un reto en sí mismo: buscar las palabras correctas,
estructurar una narrativa que conectara conmigo y con la
audiencia, y hacerlo todo en menos de 12 minutos.
